La mujer en la Biblia, su caminar, propósito y compromiso

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1993

El mes de septiembre es conocido en el mundo cristiano como el mes dedicado a la profundización de la biblia. En este sentido, queremos introducir una serie de reflexiones a lo largo del mes sobre temática.

Aprovechar la ocasión y empezar con un tema que tiene mucho por donde cortar, como es el tema de las mujeres en el mundo bíblico. A sabiendas, de que es un tema que  abarcaría años de estudios, profundizaciones y aplicaciones. En esta ocasión haremos una mirada general y muy escueta, pues la profundidad no quedaría agotada en este escrito.

Ampliar la mirada

Al hablar de la biblia, es importante ampliar  la mirada para comprender algunos elementos puntuales, tales como, género en que se escribió, tiempo en el que se escribió, cultura en la que se escribió y mensaje que se quiere enseñar, y al mismo tiempo,  ver los componentes sociológicos, históricos, culturales, políticos, religiosos que forman parte del contexto en que surge el libro sagrado.

Y al hablar de la mujer en la biblia, nos encontraremos con todas estas realidades mencionadas más arriba y la complejidad de una sociedad marcada por la ley, las diferencias sociales, centradas en la religión y sus preceptos, antes que en la persona misma; frente a esto, al entrar en el Nuevo Testamento, encontraremos la figura de Jesús de Nazaret, quien va a marcar un antes y un después, en relación a todas las formas de relacionarse, al poner su acento en el Reino de Dios y su justicia.

La trayectoria de la mujer está en los dos testamentos

Desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo, encontraremos presencia de las mujeres, algunas veces con sus nombres y lugares de procedencia, otras veces de forma anónima.

En este momento, por razones de tiempo, solo mencionaremos algunas de ellas. Y adelantar,  que la participación  de las mujeres en el movimiento de Jesús, deja a la luz elementos claros  que permiten a la mujer de hoy encontrar, defender y asumir un espacio digno en la sociedad  que les toca vivir, y en sus instituciones; sin embargo, en otro escrito serán profundizados estos aspectos.

Eva, Sara, Rebeca, Raquel, Miriam, Débora, Rahab, Jocabed

Estas son mujeres extraordinarias, las cuales forman parte de la genealogía del Maestro Jesús, y  parece de justicia rendir homenaje a ellas como las primeras  que hicieron historia, porque intervinieron en los planes de Dios para la humanidad. Siguiendo el orden cronológico y haciendo una selección entre las muchas que están presentes en la Biblia. Mujeres de origen humilde, y  sin embargo, llegaron a ser extraordinarias porque fueron guidas por el propósito de Dios en ellas, y ellas también fueron parte del mismo.

El Dios de Abraham, Isaac y Jacob, es también el Dios de Sara, Rebeca y Raquel y de todas las demás mujeres.

Decir también, que  Jesús de Nazaret, es figura central, y por ello la mujer con más renombre es María, su madre, mujer que ha merecido una investigación específica dentro de la teología, llamada “mariología”, con muchos libros dedicados a conocerla, y es la mujer que tiene  más seguidores, devotos y admiradores de la humanidad. En tal sentido, ella concretiza lo que ya otras mujeres fueron haciendo, profetizando y viviendo antes desde el Antiguo Testamento.

Siguiendo un breve rastro de Eva y Sara

Eva, madre de todos los vivientes. “Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes”.  Gen 3.20.

Eva,  fue el punto y final de la creación de Dios. Su presencia señalaba la conclusión de toda la creación. Fue la encarnación viviente de la gloria de la humanidad (1 Corintios 11.7). Eva era el arquetipo perfecto de excelencia femenina.

Sara, fue la esposa de Abraham y madre de Isaac. Su nombre original era Sarai, y  Dios lo cambió a “Sara” antes de concederle el milagro de tener un hijo a una edad muy avanzada en años. Sara, siendo anciana y estéril quiso contribuir para que se  dé  la promesa de Dios en Abraham, y le incitó a tener ese hijo con Agar, su esclava, a quien luego despide al tener ella su propio hijo. (Gn 21, 8-10).