América Latina, germina la esperanza, es tu tiempo

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Durante estas últimas semanas, varios países de América Latina y el Caribe, han vivido momentos críticos, dolorosos y, alentadores, algunos, al final. Luchas en las calles, revueltas, paros, protestas, violencia, represión, muerte, han sido escenas repetidas; antes de esto, puso la alarma, el fuego de la Amazonía, y todos los argumentos sobre ello, lo cierto es, que fueron afectadas, la flora, la fauna, las comunidades indígenas, la humanidad en general.

Luego hemos visto toda la situación que viene viviendo la República de Haití, sus calles parecen arder, la gente protesta, vive violencia, hace violencia, y la cosa sigue en deterioro, hasta el día de hoy. Vimos también la realidad de Ecuador, con escenas escalofriantes en sus calles, donde, sobre todo, la gente sencilla, los indígenas y otros, tomaron las calles, y entre lucha, sangre y muerte, parece que brotó algo de vida; ahora estamos mirando la fuerte realidad que está atravesando Chile, con iguales, más fuertes o menos fuertes imágenes que corren el mundo, Chile, de quien todos vimos como un país tranquilo, realizado, digno de emular, hoy sus calles arden. Y si seguimos pasando lista, otros países arden con fuegos cotidianos aunque, aparentemente, parecen estar tranquilos, les corre el fuego de las injusticias, de la corrupción, de la inseguridad y de la impunidad, y eso también crea caminos que conducen a la exposición social que vemos en nuestros países hermanos.

América Latina

¿Será que esta es la única manera de lograr las cosas que por derecho corresponden? ¿Será que el dolor, la sangre, la lucha y la violencia son el medio de germinar lo nuevo para los países de este continente? ¿O en algún momento se podrán abrir otros caminos, maneras o métodos?  América Latina, despierta a  la esperanza, ya es tiempo, ya es la hora.

Germina la esperanza, es tiempo ya

¿Es posible soñar algo nuevo para nuestros pueblos? ¿Es hora de abrir las venas de América Latina nuevamente, ya no para ver brotar la sangre, como resalta Eduardo Galeano, en su libro, Las venas abiertas de América Latina?  ¿Es tiempo de mirar las venas nuevamente y ver que ya están suturadas, selladas, sanadas?  ¿O será que ese es un destino de vivir experiencias sangrantes durante toda la historia?  Yo no me resigno a creerlo así, yo creo que algo nuevo puede germinar. Y de hecho, es así, pero para verlo hay que tener ojos abiertos y corazón palpitante, ampliar la mirada y cambiar el chip de otros tiempos, no solo es la espada y la violencia.  Pero ese cambio se tiene que gestar de arriba a abajo, de adentro a afuera, desde los más grandes a los más pequeños, en fin, en sentido general.

Por alguna razón, se nos ha llamado el continente de la esperanza, entonces, ahora quizás,  es tiempo de fortalecer y concretar esta mirada que tienen otros de nosotros, aunque a veces, se nos haga difícil mostrar o presentar esto, seguimos luchando, seguimos caminando, seguimos descubriendo los gestos de esperanza que cada día brotan desde lo más hondo de nuestras entrañas de pueblos que miran con fuerza, que en el horizonte la vida se acerca  y la esperanza germina a cada mañana.

Sueño tu tiempo nuevo

Sueño un continente con esperanza firme, con piernas de gacela que corren sin persecución, que ama sin dolor, que ríe sin nostalgia, una tierra que reconoce que no todo está perdido, y como dice Mercedes Sosa, cada uno ofrece su corazón, sueño que los países de nuestro continente viven una paz armoniosa y no tensa, comparten, son solidarios, fraternos, hermanos.

Sueño un continente donde la reciprocidad es el AINI de cada instante, donde el buen vivir es real y es para todos y todas, donde podamos emular unos de otros los buenos gestos, y esos gestos nos llevan a vivir en paz y continuar en paz, a gestar la paz. Sueño que este continente en cada uno de sus rincones vive justicia, vive equidad, vive la esperanza como un canto propio, que somos  realmente el continente de la esperanza, más una esperanza firme, fuerte, duradera. Sueño, sueño y despierto y así es y así, y nuestros pueblos  viven, en paz.