Por Estela Brioso M.
Para todo hay un tiempo y una estación bajo el sol, y como dice el sabio en el escrito bíblico todo tiene su tiempo bajo el cielo, saber que todo lo que quiere tiene un tiempo, nos puede alegrar el corazón, pero también nos hace pensar sobre lo que deseamos, pensamos o decimos, pues sin darnos cuenta, acontece.
Las estaciones marcan cuatro momentos importantes en el año, y sin saberlo quizás, nos ayudan a reajustar cosas en nuestra cotidianidad interna y nuestras actitudes externas. En este caso, el verano es un buen tiempo para retomar la marcha.
Aunque nos ha tocado vivir en un lugar de la geografía mundial donde las estaciones no se marcan con tanta intensidad, en este caso, en el caribe, donde casi siempre es verano, sin embargo, nuestro cuerpo siente el paso de las estaciones, de modo que a esta altura del año se siente la necesidad de hacer una parada para retomar la marcha.
Todo tiene un tiempo bajo el cielo
El libro del Eclesiastés 3, 1-15, nos hace este recordatorio: “existe un tiempo para nacer y morir, para plantar y recoger lo plantado, para edificar, curar, llorar, reír, bailar, para buscar y perder, para guardar y desechar, para romper y coser, para callar y hablar, para amar y aborrecer”…
En fin, existe un tiempo para todo, todos en ese sentido, tenemos un reto o desafío pues este tiempo se concretiza en su momento y permite la plenitud de cada cosa, por tanto, es muy importante saber que el aprovechamiento del mismo, permite la concreción de muchas oportunidades.
Vivir centrados y conscientes de que todo tiene un por qué y un para qué, nos conecta con la propuesta del Eclesiastés, de tal forma que cuando nos abrimos a estas dos vertientes, algunas cosas o paradigmas cambian en nuestras vidas.
Todo lo que quiero tiene un lugar bajo el cielo
Quiero amor y quiero paz, ¿es posible que esto tenga un lugar bajo el sol? Le tomo la palabra al escritor y afirmo que este deseo puede ser y en realidad cada día es, en mi ser. Entonces, desde el centro de mi corazón conecto con este deseo y me descubro premiada por estos dos sueños. En realidad, la naturaleza humana está compuesta por estas dos fuerzas: amor y paz, y cuando a nivel social nos vinculamos con esto, entonces las actuaciones humanas cambian.
Si aquello que quiero tiene un lugar, entonces abrimos nuestros cofres de deseos y empezamos a recrearlos, de tal modo que pedimos familias sanas, unidas e integradas, con valores claros, una buena educación para sus hijos e hijas, así tendremos una sociedad sana con buenos valores para sus habitantes, y de esa forma tendremos asegurado una convivencia sana, tranquila y en paz, lo que nos llevará a vivenciar una gran cultura de paz.
En mitad de año puedo retomar mis tiempos
A mitad de año, es muy probable que las metas escritas el 31 de diciembre o 1 de enero, hayan caducado, pues al meternos en tantas cotidianidades, a veces, se olvidan esas prioridades. Sin embargo, en este momento es una oportunidad propicia para revisar lo andado, valorar lo alcanzado y retomar lo que sentimos nos hace falta.
Recordar que es bueno soñar lo que quiero, escribir y visualizarlo, así retomo una vez más mis metas personales, mis deseos familiares y mis retos sociales, todos los coloco en manos de quien puede más que yo, hago mi parte y lo demás , permito que la fuerza creadora y del universo los vayan plenificando.
En conclusión, hay varias maneras de posicionarme en este tiempo histórico que nos ha tocado vivir:
1. Poner la mirada y centrarnos en todas las negatividades que están aconteciendo diariamente, fruto quizás, de un cambio de época, de la inversión de valores vividos en la familia, en la sociedad y en el mundo; o
2. Podemos concentrarnos, sin dejar de ver la realidad, en lo que sucede y encontrar de qué forma puedo generar cambios, transformaciones e implementar algo nuevo.
En fin, entender que soy parte de la solución y no del problema.