Tarde entre vecinos

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Nos unió como vecinos el huracán María

Sentadas sin maquillaje, sin presunciones,  descalzas, esperamos el anochecer que sentía tenso, impredecible.

No había brisa refrescando la plática, un calor sofocante surgen silencios, sus ojos expresaban tristezas por la crisis actual del gobierno,  de repente, surge un chiste mío muy bueno, para verlas sonreír a carcajadas, tomamos limonadas, entre miradas francas, conversando con mis vecinos, me siento como en casa y amo esa estampa.

Y se marchó la tarde calurosa, hablando del controversial chat donde aparece el gobernador con palabras que han sido el detonante para tantas protestas, grupo que ha desenmascarado al gobernante de la isla ante un pueblo que está furioso, e indignado.

Hablamos  de toda la situación del momento, de las protestas seguidas, de la desesperación e indignación de un pueblo, que no se quita y que pide la renuncia de Ricardo Rosselló,  porque lo ha desfraudado.

Hablamos del futuro de Puerto Rico, del ayer y la vida cotidiana, el amor, los hijos, la inmigración que duele por la nostalgia eterna que arrastramos cuando dejamos nuestro terruño amado.

Y extraño a mi gente alegre allá en mi República  Dominicana, en mi casa materna, mi adorado hijo y mamá siempre, ellos son los dueños de mis recuerdos, extraño mis hermanos, sobrinos, comadres y amigas, mamá con su amor infinito y  corazón bondadoso.

Es saludable conocer y hablar con nuestros vecinos que se convierten en familia, cuando uno es migrante por el motivo que sea.

Son nuestros vecinos las familias más cercana que tenemos cuando surge una emergencia y uno llegas a amar a la patria que te acoge sin preguntarte ¿De dónde eres?

Y te duele sus circunstancias, su dolor, nos duele lo que pasa, aquí vivimos y soñamos, aquí me despierto, nuestras vidas, aquí han echado raíces.

Y quieres a tus vecinos como esa familia que valoras y extrañas.

Y es lindo saber que tus vecinos también te quieren y se preocupan por ti cuando no te sienten ni te ven bajar el ascensor.

Y me llaman preguntando

¿Minga, están bien?

Eso es hermoso y lo valoro inmensamente.

Mi gratitud eterna por su cariño y solidaridad, vecinas adoradas.

El huracán María nos unió en aquella catástrofe,  donde todo era de todos, donde fuimos una sola comunidad unida en la oscuridad y falta de alimentos, agua, electricidad, donde nos sentábamos en el parking a hacer cuentos y comer lo que había y desde entonces surgió la hermandad.

Gracias del alma.