Fuente: www.elainefeliz.com
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Acabo de ver el discurso que ofreció el Príncipe Harry en Londres, en la cena de la Organización Benéfica Sentebale, que ayuda a los niños que viven con sida en África y me impresiona positivamente comprobar su grandeza como hombre.
El Príncipe Harry y su esposa Meghan Markle tomaron juntos la decisión de independizarse de la realeza para construir su propio camino como familia, pero muchos se han enfocado en atacar a Meghan bautizando la decisión con el nombre de Megtix, apelando al Brexit (término utilizado para referirse a la salida del Reino Unido de la Unión Europea), como una manera de culparla de haberlo embaucado o embrujado para alejarlo de su familia, lo que sigue revelando el estereotipo de que las mujeres somos las brujas, las villanas, y los hombres son las mentes manipulables que se dejan engatusar por las mujeres.
Esta es la misma idea que refuerza la actitud de rechazo y ataque que asume la sociedad frente a la amante en una relación de infidelidad, cuando la culpa de haber “robado” o “roto” una relación, dejando impune a quien tomó la decisión de ser infiel y dándole el permiso social al hombre de seguir haciéndolo.
Esta es la misma idea que ha hecho que muchos no dejen tranquila a Meghan desde que anunció su compromiso con Harry, sacándole todos los trapitos al sol de su pasado, cuestionando la simplicidad de su belleza, el estilo de su madre el día de la boda, su peso cuando dió a luz a su bebé, entre otros ataques que habla mucho del precio que pagamos las mujeres.
Aplaudo de pié a Harry porque con esta decisión engrandece la masculinidad y revela lo que significa ser un hombre real, NO solo un pene con corona, porque con su decisión le muestra al mundo que un hombre no vale por lo que tiene en la cartera (porque él nació con ella llena), que un hombre no vale por el poder de un título o un cargo; demuestra que un hombre vale porque pone en primer plano a su familia, porque usa su masculinidad para aportar tranquilidad, libertad y la paz que necesitan su esposa y su hijo para crecer como familia, no como soldados de la realeza.
Con esta decisión, Harry está defendiendo el futuro de su pareja, porque le aporta la libertad para que ella pueda desprenderse de toda la burocracia que la atrapa en ser solo la esposa del príncipe, en ser solo un objeto manipulable, para ser la mujer respetable y admirable de la que se enamoró.
Con esta decisión, Harry revela que un verdadero hombre vive para acompañar e inspirar a su pareja para que vuele alto, para que construya su propio modelo de éxito, para que tenga su propia voz y aplaudirla por eso.
Con esta decisión, Harry le enseña a su hijo que no hay dinero que compre la paz, que no hay nadie en el mundo, ni siquiera su abuela que es la reina Isabel II, que pueda comprar la libertad, y le enseña lo más importante: cómo se trata a las mujeres, deconstruye el estereotipo que cosifica a las mujeres y las convierte en adornos, le muestra lo valioso que es tener una madre protagonista de su propia historia.
Con esta decisión, Harry le muestra al mundo cómo le hubiese gustado que trataran a su madre en vida, y cómo el dolor que sufrió al perderla lo hizo deconstruir el modelo masculino que aprendió, para construir uno nuevo que sí mejora la vida de las mujeres, que no las mata.
Con esta decisión, ambos le muestran al mundo que nuestra misión es ser y disfrutar la existencia, que no nacimos para complacer, ni para aguantar una vida que nos asfixia.
Con esta decisión, ambos revelan que nuestro propósito en la vida es construir relaciones significativas con seres que amamos, y que lo más importante siempre está en casa.
¡Bravo Harry!