Fuente: www.elmundo.es
BANGLADESH
El 80% de su cuerpo presentaba quemaduras y tardó cinco días en morir en el hospital. El profesor sigue detenido y al menos otras 15 personas han sido arrestadas
«La injusticia hecha a uno sólo es una amenaza dirigida a todos», escribió el filósofo francés Montesquieu. Peor aún, cuando la injusticia se mezcla con el horror en mayúsculas el resultado suele ser la muerte, a menudo brutal, de los justos, de aquéllos que deberían guiar nuestros pasos, como Nusrat Jahan Rafi, la joven de 19 años quemada viva en la ciudad de Feni, a unos 160 kilómetros de Daca, la capital de Bangladesh, por haber denunciado al director de su escuela que intentó abusar sexualmente de ella.
Tardó cinco días en morir en el hospital. Cinco días de agonía inimaginable no sólo por el dolor físico, sino también por la desazón más absoluta, porque Nusrat fue engañada por una amiga y luego rociada con queroseno por un grupo de cinco personas vistiendo burkas, según informó la BBC.
El calvario de la joven comenzó el pasado 27 de marzo cuando el director de la madrasa (escuela coránica) a la que asistía la llamó a su oficina y la acosó «tocándome de manera inapropiada, motivo por el que salí corriendo», según declaró a las autoridades policiales de Feni, a las que acudió respaldada por su familia el mismo día del ataque. Es decir, que tomó la acción y no el silencio ante la injusticia. Sin embargo, la policía, «en vez de proveerla de un espacio seguro para que contase su experiencia, la filmó con el teléfono móvil de un agente», según la BBC, «al que se le escucha diciendo que la denuncia no tiene importancia».
Nusrat era una valiente. De familia conservadora y estudiante en un centro religioso islámico, decidió denunciar en persona a sabiendas del peligro, el acoso y el ostracismo al que iba a estar sujeta una vez ésta se hiciera pública, cosa que pasó casi de inmediato porque ese mismo día la policía detuvo al director escolar. Ahora su calvario estaba en boca de todos, pero sus compañeros y conciudadanos no la apoyaron, todo lo contrario: «Un grupo organizado por dos estudiantes y varios políticos locales se reunió frente a la comisaría exigiendo la liberación del maestro». No lo consiguieron.
A pesar de que era consciente del peligro que corría, el 6 de abril, Nusrat decidió presentarse a los exámenes finales en su centro escolar acompañada de su hermano, Mahmudul Hasan Noman. «Intenté que me dejasen acceder al centro con ella, pero no me lo permitieron», declaró. «Si no me hubieran cerrado el paso esto no habría pasado», se lamentaba.
LA PEOR TRAICIÓN
La muerte de Nusrat no fue fruto de una muchedumbre enfurecida con su ejercicio de libertad, sino que fue planeada. Según las declaraciones de su hermano recogidas por la BBC, una compañera de clase la traicionó para acabar con su vida: «Una amiga de la escuela le dijo que alguien estaba apaleando a una de sus compañeras en la azotea de la escuela, por lo que Nusrat se dirigió al lugar. Allí le esperaban cinco personas vistiendo burkas que la rodearon exigiéndole que retirase la denuncia. Cuando se negó le prendieron fuego con queroseno».
El jefe investigador de la policía que lleva el caso, Banjar Kumar Majumder, ha asegurado a la BBC que «los asesinos querían que la muerte pareciese un suicidio. Uno de sus asesinos le sujetó la cabeza contra el suelo con las manos, motivo por el que ésta no quedó empapada de queroseno y no ardió». Sin embargo, el 80% de su cuerpo sufrió quemaduras de mucha gravedad, motivo por el que la trasladaron al hospital del Colegio de Médicos de Daca.
Nusrat era consciente de que sus heridas no le deparaban nada bueno, sobre todo durante el largo traslado hasta la capital. Por ello, en la ambulancia, grabó un último mensaje en el teléfono de su hermano: «El profesor me tocó, lucharé contra este crimen hasta mi último aliento», dijo, según la BBC. Además, identificó a varios estudiantes del centro como sus atacantes. Poco después, el 10 de abril, murió en el hospital.
El calvario de Nusrat ha causado una gran conmoción por todo el país. Miles de personas asistieron a su funeral en Feni, donde políticos y compañeros la habían traicionado. Desde entonces la policía ha detenido a 15 personas, siete de las cuales están directamente relacionadas con su asesinato. Entre ellos están los dos estudiantes que organizaron la protesta. Por su parte, el agente sin corazón que la filmó en la comisaría ha sido «apartado de su puesto y transferido a otro departamento». El director de la escuela sigue detenido.
El primer ministro de Bangladesh, Sheikh Hasina, aseguró en persona a la familia de la joven que «ninguno de los culpables escapará de la justicia». Sin embargo, «cuando una mujer intenta obtener justicia en un caso de acoso sexual, ésta tiene que someterse a un nuevo acoso porque los casos tardan años en resolverse, la sociedad la condena a la vergüenza pública y la policía no investiga adecuadamente», según explicó la abogada especializada en derechos humanos, Salma Ali.