Fuente: listindiario.com
Miguel Ángel, Luis de Jesús, Nabil, Camil y Emil son los nombres de las nuevas cruces que clavamos en las carreteras dominicanas. Cuatro de ellos no alcanzaban los 18 años. A su imprudencia al volante súmele la escasa vigilancia en las vías y el mal estado en los trillos que precariamente conectan a ciudades, municipios y pueblos del país.
En lo que va de año, más de 900 personas han muerto en accidentes de tránsito, la mayoría atribuidos al consumo de bebidas alcohólicas. Datos de la Oficina Nacional de Estadística sitúa a la República Dominicana en el triste segundo escalón de los 182 pertenecientes a las Organización de las Naciones Unidas, con una tasa de 41.7 % de fallecimientos por esa causa. En resumen, más de dos mil personas mueren anualmente en nuestra Patria por accidentes de tránsito. La imprudencia marca el 60 por ciento de las tragedias.
Aparte de la tenebrosa estela de muerte, los accidentes de tránsito le cuestan una cuota importantísima al presupuesto de los hospitales. Y la inversión larga en lesionados, que generan pasivos laborales que hay que restárselo al Producto Interno Bruto. Anótelo, un país no avanza si sus carreteras mutilan la vida de la población en edad de trabajar.
Si no se toman los correctivos necesarios, cada semana tendremos nuevos nombres e historias como la de los cinco muchachos de San Francisco de Macorís.
Si la corrupción sigue engordando, en vez de cuidadores en las vías públicas tendremos patrullas de tres y cinco miembros de la Policía y el Ejército “picando” cada noche en el trayecto de Gurabo y la carretera Los Rieles, en Santiago. Por solo citar dos ejemplos.
La agresividad al volante, la imprudencia, el sacarle la lengua a las leyes, los pedacitos que nos robamos, inflan los saldos de muertes en el pavimento. Y los candidatos presidenciales, en lo suyo. Mientras el luto se extiende, el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant), bien gracias.
¿Cuántas muertes hacen falta para que el organismo rector encamine un plan de resguardo, vigilancia y consecuencias para quienes violan la ley? ¿Cuántas personas más deben morir para que los choferes de autobuses y lujosos vehículos no desafíen alegremente el acelerador? ¿Cuántas más?