Agua “de río” para los Reyes Magos

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El pequeño Eduardo Santiago, con 5 años y diagnóstico de autismo, dejó “agua de río” junto a su árbol de Navidad.

Historia del Día de Reyes; Agua de río.

 

Tania Polanco, Periodista

Por Tania Polanco 

Domingo 06 de enero de 2019. San Juan, Puerto Rico.- “Aún no llegan…”, repetía con preocupación el pequeño Eduardo sentado junto a su arbolito en las víspera de Día de Reyes.

Su cara era un monumento a la incertidumbre. Con la mirada anclada en un mar de pensamientos – acaso repasando detalles sobre el largo viaje del trío- se dispuso a dejarles una merienda.

“Los camellos toman agua de río”, aseguró señalando una botellita que su padre, el ingeniero boricua Edgardo Santiago, le trajo de Ciales.

Al pie del árbol de navidad dejó el envase para que los tres Reyes y sus camellos saciaran la sed. También les sirvió hierbas en su plato favorito, el cual les prestó solo a ellos porque, según entiende, son unos “extraños buenos”.

Edgardo Santiago, vecino de San Juan, indicó que su hijo le pidió específicamente agua de río.

“Yo fui y le llené una botella en uno que queda en la finca familiar donde a Eduardo le gusta ir a meter los pies y a buscar tesoros”, sostuvo, al tiempo de subrayar que la epifanía de los Reyes Magos es una tradición que seguirá viva en la cultura puertorriqueña siempre que las familias la fomenten.

Por supuesto que en cuanto a la existencia de sus protagonistas, los Santos Reyes Magos, existe un amplio abanico de conjeturas. Ya suman millones los niños en todo el mundo que enfrentan sus “serias dudas” sobre la existencia de tales majestades; otros; los más grandes, incluso la descartan.

Sin embargo, los de menor edad tienen su turno para vivir la aventura con la mayor de las inocencias y con la certeza de que, ciertamente, Melchor, Gaspar y Baltasar llegarán silenciosos , como lo hicieron, a dejarles regalos y a cumplir sus anhelos.

El juego en niños con autismo.

Uno de los tantos retos que tienen los padres y madres con hijos con Trastorno del Espectro Autista (TEA) es, precisamente, conseguir que disfruten el juego y las actividades sociales.

Así, las opciones de ocio para los niños con autismo pueden resultar complicadas y constituir un momento poco satisfactorio, caótico e imprevisible, debido sobre todo a sus respuestas sensoriales ante los estímulos.

Por lo general se sienten incómodos con el ruido y molestos al ser tocados, por lo que se resguardan y precisan de un mayor espacio personal. Les cuesta socializar, jugar con otros niños, mantener una conversación (si la tienen), compartir sus juguetes y estar en espacios públicos como las fiestas del Día de Reyes.

Eduardo se sorprendió al encontrar el envase y el plato vacío junto al árbol. Y con voz de susurro dijo “Vinieron….”.

“Después abrió sus regalos para jugar solo”, dijo su padre. Es la primera vez que Eduardo presta algo suyo, aunque los agraciados fuesen unos buenos extraños a quienes no llegó a ver porque se durmió.

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