Carta pública al ciudadano Presidente

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Ciudadano Presidente.

Hoy, con gran desilusión, recuerdo el juramento que usted hizo el día primero de julio del año 2011, ante la tumba del profesor Juan Bosch.

Tengo fresco aquel juramento.

Juró usted, ese día, que de alcanzar la primera magistratura de la nación, sería un “presidente ético y moral”, para con estos principios, honrar el pensamiento de Bosch,  y redimir la pobreza al pueblo dominicano.

Para entonces, quien le escribe, estaba en la acera del frente, aupando al ex presidente Hipólito Mejía, candidato del PRD.

Usted ganó las elecciones, y poco tiempo después se produjo la fractura del PRD, partido que fu su aliado en una coyuntura muy especial.

Entendimos que las luces de su primera gestión, se imponían ante el asomo de las sombras naturales, que persiguen cualquier gobierno.

Asumimos el reto de acompañarle en el proyecto reeleccionista del 2016, muy a pesar de la reforma que hubo de hacerse a la carta magma de la nación, para tal propósito, porque somos de los que  creemos en el modelo de los Estados Unidos.

Dos periodos, funcionan bien para completar una obra de gobierno. 

El presidente George Washington, no solo fue grande por ser el primer presidente de esa gran nación. Fue grande, porque después de concluir sus dos periodos de gobierno, pudo haberse quedado de por vida en el cargo. No lo hiso. Tomó la decisión de regresar  al trabajo civil. Esa actitud, marcó ese gran precedente, que muchos hoy suscribimos.

Usted, ciudadano presidente, ocho años más tarde, perdió el rumbo.

Pretendió reformar la constitución de la República por segunda ocasión, para buscar un tercer periodo de gobierno. Encontró en esa aventura, todo tipo de valladar, resaltándose la división de su partido.

Impuso usted un candidato a la presidencia, sin reunirlas  condiciones que lo hagan merecedor de tan augusta posición.

De aquellos polvos, vienen  estos lodos. Reza un sabio  refrán.

Su decisión nos hace recordar la anécdota de un camionero, que durante la dictadura de Trujillo, inscribió en el parachoques de su camión la frase “El espíritu de Lilis”,  y un oficial al servicio del régimen, lo conminó borrarlo, porque el mismo era un insulto para el “Jefe”.  

Lo borró, pero al día siguiente, paseaba su camión por la calles de la ciudad con el siguiente letrero: “El mismo espíritu”.

Para nadie es un secreto ciudadano presidente, que Gonzalo Castillo, es “el mismo espíritu de Danilo”.  ¡La reelección, sin Danilo!.

En los albores de este inminente proceso electoral, enmarcado dentro de condiciones muy particulares, he estimado oportuno ocupar su atención, para invitarle a que se avoque a sanas y profundas reflexiones, que le permitan ver la luz, en esta pesada oscuridad que nos acecha.

Mi particular pesadumbre, ciudadano presidente, es percibir la obsesión suya, y sus adláteres de permanecer más allá del 16 de agosto en el poder.

El pueblo pide  a voz en cuello,  un cambio urgente y necesario, que solo no escuchan en el palacio de gobierno.

Soy de los que creo que a usted y a su partido, les conviene perder, aunque en el remoto e hipotético caso “ganen” las venideras elecciones.

Una victoria del PLD, sería igual a la del rey Pirro, ante el ejército romano. “! Otra victoria como esta, y volveré solo a casa !”,  dijo Pirro ante las bajas numerosas de sus tropas, y que la historia registra como una “victoria” vergonzosa.

Igual que yo, muchos dominicanos, estamos pasando por largas noches de insomnio. Nos preocupa el porvenir de la Patria, más allá del cinco de julio.

Usted, ciudadano presidente, como el primero entre todos sus iguales, tiene el compromiso de velar por la seguridad y el bienestar de todos los dominicanos, para no ser echado, en el zafacón de la historia.