¿Es la medicina machista? Cardiólogos y expertos han hecho un análisis y estas son sus conclusiones
Por Beatriz Portinari
Cuando se habla de infarto al corazón, el imaginario popular enseguida identifica un dolor intenso en el pecho que se extiende hacia el brazo izquierdo. Y efectivamente, esos son algunos de los síntomas… en los hombres. Las mujeres presentan sintomatología diferente, por lo que no se suele identificar a tiempo y esto provoca una mortalidad más elevada.
Síntomas del infarto femenino
Un 95% de las muertes femeninas por infarto se podría haber evitado si se hubiera tratado a tiempo. Estos son los síntomas habituales en la mujer, según la Fundación Española del Corazón, aunque no es necesario que se den todos a la vez y no hay que esperar a que sea un dolor intenso para llamar a emergencias. Cuanto antes se diagnostique, más probabilidades tiene la mujer de sobrevivir.
1. Presión en el pecho y falta de aire en reposo. El problema de esta sensación indefinida de pinchazo o dolor en el pecho es que pueda confundirse con un ataque de ansiedad o un sofoco en mujeres que alguna vez lo ha sufrido. No siempre viene acompañado de la falta de aire. Y el dolor puede durar varios minutos, aparecer y desaparecer.
2. Dolor en el brazo, en la espalda, cuello, nuca, mandíbula o estómago. La disparidad de puntos donde se extiende el dolor hace que no se asocie en ningún momento al corazón, pero son alertas que envía el cuerpo para defenderse del colapso cardiovascular.
3. Sudor frío, náuseas o mareo. El síntoma de infarto más habitual en las mujeres es el malestar general y dolor en el pecho, como en los hombres. Pero para bien o para mal, en las mujeres es más habitual que se experimenten otros síntomas como náuseas y vómitos que se pueden confundir con un corte de digestión.
El último informe Defunciones según causa de la muerte del Instituto Nacional de Estadística lanza una clara advertencia: en España, la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte, por delante incluso del cáncer y las enfermedades respiratorias. Y no solo eso; existe una brecha de mortalidad cardiovascular entre mujeres (67.736 fallecimientos) y hombres (56.461). Es decir, la mujer muere un 6% más que el hombre por problemas del corazón.
¿A qué se debe esta diferencia de más de 10.000 muertes anuales entre hombres y mujeres? A que durante años se ha interpretado el infarto del corazón como algo típicamente masculino, con síntomas que no coincidían con los de la mujer y por tanto no se acudía a urgencias a tiempo. Esto, unido a los hábitos de vida cada vez menos saludables, el estrés, el tabaquismo y el desconocimiento sobre el peligro de esos síntomas ha hecho que la mujer sea carne de cañón para la angina de pecho.
«El infradiagnóstico del infarto femenino es uno de los ejemplos más obvios de las consecuencias del androcentrismo, habitual en la cultura occidental, desde los comienzos de la Historia de la Medicina» , reflexiona Nuria Varela, autora de Feminismo para principiantes. Y añade: «Situamos al hombre como centro de todas las cosas, desde Vitruvio. Hasta hace poco, las pruebas de todos los medicamentos se testaban siempre en hombres y por tanto no se conocían posibles efectos secundarios en mujeres. Con los infartos sucede lo mismo. Conocemos bien cómo son en el hombre, pero no en la mujer. De ahí que no lo detecten a tiempo. Esa diferencia en los síntomas y falta de conocimiento para su detección precoz influye en su mortalidad».
Infradiagnóstico y mortalidad
El perfil de riesgo coincide con mujer mayor de 65 años, con un perímetro de la cintura que mida más de 88 centímetros —es decir, cierto riesgo de obesidad—, con el colesterol por encima de 280 mg/dl y tensión arterial superior a 160 mmHg, fumadora, sedentaria pero con altos niveles de estrés y una dieta irregular, alta en grasas. Esas son todas las papeletas para sufrir una enfermedad cardiovascular, aunque también influye una predisposición genética con antecedentes familiares. Si se tiene dos o más factores de riesgo conviene acudir al médico para prevenir.
«En Occidente, la enfermedad cardiovascular mata a más mujeres que el tan temido cáncer de mama», José María Gámez, presidente de la Sociedad Balear de Cardiología y coordinador nacional del estudio SIRENA»
En España existía amplia bibliografía sobre cardiopatía isquémica [se produce cuando el flujo de sangre al músculo del corazón se reduce en un bloqueo parcial o completo de las arterias del corazón] en pacientes masculinos, pero faltaba documentación que analizase la perspectiva femenina lo que durante años ha abierto la puerta una discriminación machista en el diagnóstico.
El estudio SIRENA de la Agencia de Investigación de la Sociedad Española de Cardiología se planteó como objetivo describir el perfil clínico de las mujeres atendidas en consultas de cardiología, para estimar la prevalencia de sus factores de riesgo y saber en qué se estaba fallando para que sigan produciéndose tantas muertes.
Participaron 41 investigadores cardiólogos de todo el país, con una muestra de 631 mujeres con cardiopatía isquémica estable. Descubrieron que las pacientes que habían sufrido un evento coronario previo no estaban bien controladas, porque seguían con elevados índices de colesterol, diabetes e hipertensión. Y esto sí que se podría mejorar.
«Fallamos en el reto diagnóstico, por la atipicidad de los síntomas en muchos casos, y por restar importancia a una patología que se consideró de hombres», José María Gámez
«La cardiopatía isquémica sigue siendo la principal causa de muerte cardiovascular en ambos sexos, pese a que en la mujer se desarrolla con menor frecuencia y a una edad más tardía que los varones», explica el doctor José María Gámez, presidente de la Sociedad Balear de Cardiología y coordinador nacional del estudio SIRENA.
«Considero que fallamos en el reto diagnóstico, por la atipicidad de los síntomas en muchos casos, y por restar importancia a una patología que se consideró de hombres. Tampoco podemos olvidar que en Occidente, la enfermedad cardiovascular mata a más mujeres que el tan temido cáncer de mama», advierte el investigador.
Tabaquismo y estrés
Cada año, 3,9 millones de personas mueren en Europa por enfermedad cardiovascular, que afecta al 52% de las mujeres. Una disminución de la sangre que irriga al corazón es responsable de 33.413 de muertes por enfermedades isquémicas, mientras que la falta de riego que llega al cerebro provoca 27.850 muertes por accidente cerebrovascular.
Según el cardiólogo Carlos Macaya, presidente de la Fundación Española del Corazón, una de las razones de por qué las mujeres mueren más y por qué el tratamiento es menos eficaz es porque llegamos tarde: «El único condicionamiento físico sería no solo la influencia de las hormonas, sino que las mujeres tienen el tamaño de las arterias algo menor que los hombres. Y por tanto es más difícil trabajar con arterias más pequeñas. Pero tendríamos que tratarlas antes, abrir la arteria que tenga ocluida… Podríamos salvar muchas vidas, pero sabemos que, en general, tardan 16 minutos más en llamar a urgencias: la paciente y su familia no piensan que pueda estar sufriendo un infarto».
«No importa si es una falsa alarma: ojalá lo fuera. Los médicos preferimos acudir a una falsa alarma antes que certificar una defunción», Carlos Macaya, cardiólogo.
Para el cardiólogo, en los últimos 40 años han aumentado las enfermedades cardiovasculares en la mujer porque ha cambiado sus hábitos: fuman más que antes, se han incorporado al mundo laboral sin que se disminuyan sus tareas en el hogar, cuidan menos su alimentación a partir de cierta edad y su estrés aumenta.
«Trabajar no es malo, lo malo es la presión a la que están sometidas y la doble carga laboral y doméstica», señala Macaya. «Tampoco ayuda que el dolor de un infarto no sea tan identificativo en el pecho y se traslade al cuello o la espalda, porque eso despista. ¿Sería un dolor de localización no frecuente? No: sería atípico en el hombre, pero común en la mujer».
Alguna vez se confunde con un corte de digestión, por eso restan importancia a los síntomas y lo valoran como un problema digestivo. Y ese retraso en el diagnóstico y atención médica hace que las células del corazón se estén muriendo. «Incluso aunque sobrevivan al infarto, su calidad de vida empeora. Ante la más mínima sospecha, si los síntomas pasan de 10 minutos habría que llamar al 112. No importa si es una falsa alarma: ojalá lo fuera. Los médicos preferimos acudir a una falsa alarma antes que certificar una defunción», concluye el cardiólogo.
FUENTE: EL PAIS.COM