«Mientras nosotras avanzamos en estudios, en grupos de toma de conciencia, en buscar medidas que nos ayudan a trabajar estrategias liberadoras, los hombres no están teniendo esas posibilidades, y esto empobrece, pues no es verdad que no necesitan tomar conciencia, cambiar paradigmas y hacer liberaciones, al igual que las mujeres».
Por Estela Brioso Mejia
El cuidado y la dedicación son aguas de un mismo río, y de ahí que cuidar a alguien, genera en quien lo hace y a quien se le hace, una vinculación amorosa que conecta con la fraternidad y la reciprocidad.
Me sorprende sobre manera, ver cómo vivimos en un mundo que hace tantas diferencias entre hombres y mujeres, ricos y pobres, blancos y negros, jóvenes y viejos, antiguo y moderno, en fin. Y esto al final, nos lleva al declive, pues nos saca del momento presente, nos abre un abismo de ansiedades, de inconformidades, que pareciese que nada nos llena y necesitamos otras cosas diferentes a lo que tenemos en el momento.
Y centrándonos en el tema de los hombres y el cuidado a su corazón, parto en este título de la preocupación que me embarga en relación a la otra mitad de la humanidad, quienes a través de los siglos, han llevado sobre su piel el peso de una cultura que ha ido elaborando su forma de vivir, de ser, de responder, de existir.
Quién está trabajando con los hombres?
Muchos grupos sociales trabajan con las reivindicaciones de las mujeres, su toma de conciencia, su educación y liberación de regímenes tan duros y fuertes que por siglos hemos tenido, por ejemplo, los del patriarcado, y por ende la inequidad de género; sin embargo, pocos grupos se han encargado de ir haciendo este mismo trabajo de conciencia con los hombres, de forma amplia. Y a mi entender, esta falta de dedicación se está convirtiendo en desventaja para las mujeres, pues, mientras nosotras avanzamos en estudios, en grupos de toma de conciencia, en buscar medidas que nos ayudan a trabajar estrategias liberadoras, los hombres no están teniendo esas posibilidades, y esto empobrece, pues no es verdad que no necesitan tomar conciencia, cambiar paradigmas y hacer liberaciones, al igual que las mujeres.En República Dominicana, existen algunos centros de orientación psicológica, donde se envían a los hombres que han tenido conflicto con la ley, por agresión de género, deben pasar para recibir algunas sesiones de terapias que restaure su conducta.
Universidades como INTEC, Centro Poveda y otras instituciones han realizado seminarios, acompañamientos en torno a la nueva masculinidad, así como profesionales en particular que van realizando acercamiento y profundización sobre la temática.
En el Salvador, existe el Centro Equinoccio que es la Escuela Metodológica en Masculinidades para la equidad y prevención de la violencia de Género. Es un espacio que facilita el programa de Masculinidades del Centro Bartolomé de las Casas de San Salvador.
Están también los aportes de José Manuel Sala, del Instituto de Masculinidades en Costa Rica, quien hace grandes aportes a la toma de conciencia, al cambio de paradigma en el mundo masculino. De igual modo, Larry J. Madrigal, del Centro Equinoccio.
De hecho, es probable que existan otros muchos espacios, sin embargo, hacen falta muchos más.
Cuidando el corazón de nuestros compañeros de ruta
Los trabajos que se realizan y los que faltan han de llevar a abrir una forma de relación que nos permita poner en práctica el cuidado integral, una atención personal y al mismo tiempo hacia otros, que nos ayude a sobreponernos a las separaciones, superar el mirarnos como víctimas y victimarios, como quienes nos quitamos cosas y tenemos que vivir al acecho para que no nos agredan, es la invitación a establecer una convivencia centrada en la pedagogía del cuidado, del amor, de la ternura y de la gratitud, y desde esta vamos ubicándonos cada uno desde nuestro rol y lugar.
Es una invitación a cambiar la mirada en relación a los hombres, seres amados, compañeros de ruta, humanos en construcción, con fortalezas y fragilidades; este cuidado va desde los hombres hacia los hombres, desde las mujeres hacia los hombres y hacia las mujeres, al final, lo que estamos planteando es un paso más hacia la liberación, hacia la sanación y a la integración.
Esta experiencia quita carga al corazón de los masculinos, y además les abre a vivenciarse desde su plena humanidad, y de seguro que a las mujeres, nos dará un gran alivio, pues nos ayudará vernos como compañeros de camino.