FUENTE: www.menteasombrosa.com
Si has oído hablar sobre niños que “gobiernan a sus padres”, es probable que se trate de niños que sufren el síndrome del “niño emperador”.
Esta afección, responde a la conducta manifestada por niños en edad escolar y adolescentes; los cuales se destacan por tener una actitud marcadamente hostil hacia sus padres o parientes cercanos, de una forma continuada.
Lo alarmante y peligroso de esta situación es que de no tomarse los correctivos a lugar, puede que se desarrollen escenarios donde se manifiesten episodios de violencia psicológica; e inclusive, violencia física.
Este síndrome se caracteriza por que el niño asuma una actitud de franco desafío a la figura de autoridad del hogar, con la intención de no acatar las reglas ya establecidas y tratando de imponer las suyas propias.
Este tipo de conducta es difícil de controlar por los padres, quienes muchas veces ceden a la presión, ya sea para evitar conflictos mayores confrontando la situación; o por simple vergüenza mal entendida.
¿Cuáles son las características del síndrome del emperador?
En líneas generales, el comportamiento de estos jóvenes está enmarcado en las siguientes líneas de conducta:
. Su agresividad es un reflejo de su poca tolerancia a la frustración.
. Tienen poca o ninguna empatía hacia el prójimo, manifestando una actitud egocéntrica donde lo valedero es su voluntad y el salirse con la suya.
. No miden las consecuencias que producen sus actos.
. No asumen la responsabilidad de sus desmanes.
. Acusan a los demás de sus frustraciones y reveses.
. En muy contadas ocasiones reflejan arrepentimiento, si es que llegan a sentirlo.
. Se ausentan sin autorización del colegio y cuestionan la autoridad del docente.
. En casos extremos, comienzan a presentar problemas de drogas e inclusive incurren en delitos menores.
¿Qué tan frecuentes son estos casos?
Por la naturaleza de estos casos, llevar una estadística confiable se hace muy cuesta arriba, en virtud de que algunos padres se muestran reacios a denunciar; o por lo menos a solicitar ayuda calificada, por temor, vergüenza o sencillamente por carecer de nociones sobre el tema.
Sin embargo, se sabe que los casos más frecuentes se dan en familias donde está presente solo uno de los progenitores; siendo las madres quienes están más expuestas a la violencia que genera esta situación.
¿Cuáles son las causas de este tipo de comportamiento?
Son diversos los factores que se conjugan para que los jóvenes comiencen a evidenciar los síntomas del síndrome del niño tirano.
Estos son los más frecuentes:
. Baja presencia de autoridad o carencia total de ésta en el hogar.
. Permisividad excesiva e injustificada.
. Ausencia frecuente o continuada de ambos o uno de los progenitores.
. Falta de inculcación de valores morales o de su reforzamiento.
. Sobreprotección.
. Se suele dar con mayor frecuencia en las familias disfuncionales.
¿Por qué es tan difícil conseguir un cambio de actitud?
Con mucha frecuencia los padres intentan hacer los correctivos necesarios cuando ya la mala actitud del joven está enraizada en su personalidad.
Esto, por razones obvias, complica aún más la posibilidad de revertir el comportamiento hostil.
Los paños tibios, como lo son castigos o las llamadas verbales de atención, son los típicos recursos que suelen utilizar los progenitores para corregir el comportamiento del niño; con resultados totalmente infructuosos.
Esto sucede porque en estos casos, la autoridad de los padres ya ha sido sobrepasada y el joven no puede o no quiere atender a razones por justificadas que sean; haciendo prevalecer su punto de vista.
¿Cómo se trata el síndrome del emperador?
La mejor manera de buscar un paliativo a esta situación, es admitir primeramente en el seno del hogar que existe un grave problema que está distorsionando la vida familiar; y que es necesario darle solución inmediata.
Como ya es evidente que ha escapado de las manos de los progenitores producir alguna motivación de cambio en el niño, la ayuda terapéutica de un profesional es lo más indicado a recurrir; sin declinar otros recursos como el llamado diario a la sensatez y a la concordancia.
Debe insistirse de igual manera, en generar conciencia de la sana convivencia y en la necesidad de erradicar las conductas violentas.
Así mismo, se debe fomentar la cero tolerancia a conductas hostiles.
En resumen, lo más importante es atacar el problema en sus cimientos (desde las primeras manifestaciones de este síndrome) antes de que este se torne incontrolable.