Me han roto y he recogido mis pedazos con dignidad, retirándome con altura y sin dejar secuelas de odio, venganza o daños
Por Blanca Vargas
He sido muy vulnerable en momentos que me han requerido ser fuerte, no me juzgo por ello; las repercusiones de mis actos, ya lo hicieron.
Sin embargo, en otros, he sido muy propia, firme, inquebrantable e intransigente.
Me han roto y he recogido mis pedazos con dignidad, retirándome con altura y sin dejar secuelas de odio, venganza o daños. Porque no soy así, creo fielmente en el karma.
Lastimosamente, tengo que admitir que también he roto uno que otro corazón, ya sea porque he descubierto que mi tiempo en esa relación caducó, porque no me he sentido remunerada en cuanto a sentimientos, o por X o Y razón que, hicieron que yo perdiese la admiración y el amor hacia esa pareja; estos dos requisitos son primordiales para yo quedarme.
Todo ha sido provechoso a nivel emocional, porque ha sido un viaje de aprendizaje.
Cuando soltamos un alma que quiere quedarse, esta casi siempre saca su lado irracional a la luz, ese lado oscuro que todos tememos, ese lado que manipula tu decisión para que, bajo agresividad y culpas, sientas que debas darle una nueva oportunidad, oportunidad muchas veces innecesaria.
Cuando es por mutuo acuerdo, que dos alma deciden retirarse, ambos lo hacen con dolor pero conscientes de que están facilitándose la oportunidad de ser felices con alguien más, sin detener el propósito al que venimos a esta tierra, a ser y hacer felices.
No le pertenezco a nadie y con esa premisa asumo siempre la responsabilidad de amar en libertad, donde siento que se me intenta coartar ese derecho, sin miedo alguno, rompo, suelto y me retiro.
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