Por Jessie Cepeda
Los estadounidenses son conocidos mundialmente por ser amantes de platos como la hamburguesa, la pizza
de pepperoni, el hot dog, los macarrones con queso y el consumo exorbitante de bebidas gaseosas, incluso sustituyendo el agua. Estos pésimos hábitos alimenticios les ha costado a Estados Unidos el título del país con mayor índice de obesidad en el mundo.
La frase “eres lo que comes” se ha reflejado totalmente en el estado de salud de los estadounidenses, sus cuerpos están adquiriendo formas muy alejadas de lo natural para el ser humano. Más triste aún es que la obesidad se ha normalizado y renunciar al consumo de este tipo de comida es impensable para la mayoría de los ciudadanos por lo autóctono de esta costumbre alimenticia y su profundo nacionalismo.
Naturalmente, el sobrepeso acarrea otras complicaciones de salud, como el colesterol alto, diabetes tipo II, problemas cardiovasculares y la motilidad, alarmando a distintos sectores del área de la salud. Batallar contra este mal no es una tarea fácil porque todas las comidas chatarras y postres contienen ingredientes altamente adictivos como el azúcar, siendo éste ocho veces más adictivo que la cocaína. Influye también el factor social porque cuando la gente se reúne sociabiliza consumiendo este tipo de comida perjudicial, de forma desmesurada. Tomemos en cuenta el factor cultural, existen competiciones de comida, cuyo ganador resulta ser el que ingiera más hamburguesas o hot dogs.
Ineludiblemente, llega siempre el momento en que la persona se cuestiona su salud, sus hábitos alimenticios y sobre todo su figura, porque además paralelamente las publicidades de la industria de la moda y belleza nos venden la idea de que estar delgado es sinónimo de hermosura. El individuo entra en crisis por la disyuntiva entre comer lo que desea y/o ajustarse a la norma gastronómica de su grupo social o tener un cuerpo de ensueño. En muchas ocasiones la inhabilidad para mantener una dieta saludable conduce a mujeres y hombres reiteradamente al cirujano plástico a hacerse liposucciones y cuando ya ésta se vuelve contraproducente, recurren a la cirugía bariátrica.
El problema de la obesidad se debe atacar desde la raíz, porque las cirugías apenas cortan tallos que posteriormente vuelven a crecer. Crear conciencia de la verdadera razón de ser de la comida, que no es ahogar nuestras emociones ni aderezar una reunión con familiares y amigos, sino la de nutrirnos. Debemos preguntarnos antes de ingerir un alimento si esto nos causará bien o mal, si es lo que nuestro organismo necesita para funcionar correctamente, aprender a comer hasta que el estómago nos envíe la señal de que ya es suficiente y no excedernos.
Entender la buena alimentación como la única vía para una vida larga y próspera puede no ser una utopía en Estados Unidos, con la creciente tendencia del estilo de vida vegano que propone el abandono de productos derivados de animales y mayor consumo de frutas y verduras preferiblemente orgánica