San Juan, Puerto Rico. Domingo 29 de marzo de 2020. Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta sobre la velocidad con la que está aumentando el número de contagiados de coronavirus y el director del Instituto Nacional para Enfermedades Infecciosas de EEUU, Anthony Fauci, reconoce impotente -de pie frente al presidente Donald Trump- que hay personas en distintos estados con síntomas de COVID-19 «que no han podido realizarse la prueba por falta de kits», los ciudadanos comunes se enfrentan a un miedo también viralizado y a la dureza de grandes lecciones todavía sin aprender ante la sorpresiva pandemia.
No es el Apocalípsis, pero el coronavirus ya ha contagiado a 689 mil personas y producido 33 mil muertes a nivel mundial. Ahora, en tiempos modernidad, el encierro se impone para cualquiera sin importar quien sea, ni su clase económica, ni raza, ni religión.
Lo aprendido en 2003 con la pandemia de la gripe aviar se queda corto. La crisis actual de Salud Pública pone a prueba los planes de emergencia de todos los países y trae sobre la mesa la necesidad de que las personas comunes asuman responsabilidad en asuntos que no son solo del gobierno, cuando se trata de contener una epidemia.
¿Y qué es lo que ha fallado?, ¿Cuáles son las lecciones aprendidas? ¿Cuáles son las que nos faltan por aprender?…
La «anticipación» como estrategia:
Aunque reina la incertidumbre en la comunidad científica en relación a cuánto durará la pandemia y cuál será el saldo total de muertes, se ha comprobado que la «anticipación» o la» urgencia» con la cual los países toman medidas de control reduce la cantidad de fatalidades.
Muchos países, ciudades y estados se encuentran hoy en situación de emergencia crítica precisamente por no haber tomado las medidas apropiadas al momento en que se reportaron los primeros casos.
Italia es el ejemplo más contundente de ello, donde están muriendo unas 300 personas cada 24 horas, sin que su posterior «cierre total» haya conseguido aún reducir la propagación del temible COVID-19.
Lo que llevó a Italia a esta catastrófe salubrista fue su resistencia a tomar medidas por miedo a precipitar una recesión económica. También la lentitud en realizar las pruebas de diagnóstico a residentes que no habían salido fuera de su territorio.
Ahora sus hospitales han tenido que escoger a quienes aceptar y a quienes simplemente dejar morir.
En tanto, países como Francia y España tomaron medidas para restringir las salidas de los hogares e incluso cerraron sus fronteras para no atraer contagio del exterior, obteniendo con ello más control en el balance de contagios.
Con relación a la ciudad de Nueva York, con 60 mil personas contagiadas y casi mil muertes, queda claro que fue tímida en tomar acciones, ya que pese a que se habían reportado casos desde el mes de enero, no fue sino hasta el pasado domingo 15 de marzo que comenzó a cerrar escuelas, bares y restaurantes.
Esa lentitud ha cobrado un alto precio en términos de vidas y de niveles de pánico entre 8.7 millones de habitantes, sin contabilizar la población de los suburbios. New York se enfrenta al riesgo inminente de estar en una situación parecida a la de Italia.
En Puerto Rico, el primer caso sospechoso de coronavirus se notificó el domingo 8 de marzo, relacionado a una pasajera italiana de un crucero que desembarcó en la isla y que falleció dos semanas despúes. El toque de queda decretado por la gobernadora Wanda Vázquez ha sido una medida acertada, aunque probablemente tardía.
En la isla sigue siendo imperativo que se instalen centros de prueba para poder tratar los casos de Coronavirus con la mayor urgencia posible, así como tomar medidas para que las personas que perdieron su hogar por los recientes terremotos en la zona Sur, tengan una residencia con facilidades de higiene.
Medidas tempranas de contención: China y el estado de Ohio.
En el caso de China, esta nación cerró las escuelas y canceló actividades multitudinarias tan pronto la epidemia llegó a varias de sus provincias y gracias a ese cierre -que incluyó la suspensión del famoso “Año Nuevo Chino”- los diagnósticos diarios se han reducido.
Como resultado de esas decisiones, China ya ha levantado gradualmente el cierre total y los efectos de la pandemia no se están sintiendo con la magnitud que se padecen en Europa.
En otro ejemplo, el estado de Ohio fue el primero de la nación norteamericana en suspender las clases y el trabajo, además atrasó la primaria presidencial, con menos de 24 horas de anticipación.
El gobernador de este estado ya planteó la posibilidad de que las escuelas no abran, quizás por el resto del año calendario, enfatizando que la salud de sus residentes y poner freno a la propagación del virus debe ser la prioridad.
Como efecto directo de esas sabias decisiones los diagnósticos en Ohio se han mantenido estables y no se ha reportado ninguna muerte por coronavirus.
Los gobiernos deben aprender de las medidas acertadas y también de los errores de otras jurisdicciones, para conseguir contener los contagios.
Los ciudadanos estamos llamados a tomar acción con independencia de los esfuerzos del gobierno. Pero lamentablemente, hay gente que todavía no asume que es un factor de riesgo para la propagación del virus. Y siguen violentando el llamado de salud pública de no estar en las calles.
¿Dónde nos llevará el coronavirus?, no lo sabemos, pero evitar decenas de muertes en Puerto Rico por la pandemia depende de todos.
*Alejandro Lladó es economista puertorriqueño. Tiene maestría en Política Económica en la Universidad de Illinois.