Por Máximo de los Santos
«Al fin encontré a Jesús, después de tanto buscarlo, lo he encontrado en los hermanos, en su gozo y en su Cruz». Éste es el estribillo de una de las canciones que se cantaba en la Iglesia Católica. Las canciones solían invitar al compromiso, a la solidaridad, a buscar y tratar al otro como projimo (próximo), como verdaderos hermanos, evitando superficialidades.
El pasado 24 de mayo Nuestra Iglesia Católica celebró la fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. La Iglesia de la que soy parte, reconoce y valora enormemente el sacerdocio común (vale aclarar que por el bautismo todos somos sacerdotes), sin embargo, dentro de los bautizados están los que se consagran desde el sacerdocio ministerial. El pasado 27 de febrero cumplí cuatro años en el Ministerio. Me falta mucho por aprender y continuar renovando el llamado de Dios en el día a día.
«En cada Eucaristía renuevo el llamado. Pero la renovación se realiza y llega al culmen cuando comparto con los más pobres de los pobres»
La tarde del jueves, después de celebrar la Eucaristía en una de las comunidades que acompañamos, visité para llevar la comunión a cuatro enfermos (tengo cuatro años en el Sacerdocio Ministerial). Eran dos hombres y dos mujeres. De los cuatro enfermos, hubo dos, un hombre y una mujer, que me conmovieron enormemente. El hombre tiene Parálisis, y dice con fe en san Francisco que se sanará. El otro caso es el de Paula Sosa. Sumida en la extrema pobreza, Paula no cuenta en las estadísticas del Estado. Algunos vecinos piensan que tiene alrededor de 98 años. Tiene siete hijos vivos. Reside en La Colonia de Villa Raza, Cotui. Tuvo 23 hijos. La mayoría murieron pequeños.
«En el camino, nos encontramos con historias humanas que nos marcan la vida. Nos muestran el otro lado de la orilla sin jamás pensar que puedan ser tan aterradoras como esperanzadoras», Asi me dijo mi amiga y directora de este medio Pregón Latino, Jacqueline Tineo, una mujer a quien admiro desde muchos años.
Doy gracias al Señor por las personas que pone en mi camino y que me enseñan a «considerar lo que realizo, imitar lo que conmemoro y conformar mi vida con el misterio de la cruz del Jesús».