La primera elección del año en América Latina profundiza el giro a la derecha

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Fuente: actualidad.rt.com

 

La victoria de Nayib Bukele, que será el presidente más joven de la historia de El Salvador, supone un nuevo triunfo para los sectores conservadores e incrementa la influencia de Washington en la región.

Una fuerte campaña en redes sociales, un discurso anticorrupción y una perspectiva ideológica deliberadamente difusa. Con esos pilares sustentó su campaña presidencial Nayib Bukele, exalcalde de la capital de El Salvador, que este domingo se impuso en primera vuelta con más del 50% de los votos, rompiendo con décadas de bipartidismo y dejando muy atrás a sus adversarios.

Este exmilitante del izquierdista Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), expulsado de esa organización, se alió con la Gran Alianza Nacional (Gana), que se autodefine como un «movimiento plural de derecha» y es una escisión del histórico partido conservador salvadoreño Alianza Republicana Nacionalista (Arena). Así, con 37 años, será el mandatario más joven de la historia salvadoreña.

Pero ¿quién es y qué expresa su triunfo en una región atravesada por la desigualdad en el marco de una nueva ofensiva estadounidense por recuperar su hegemonía?

Aprovechando el desgaste

Omitiendo su pasado reciente, Bukele se presentó como un candidato alternativo al bipartidismo del FMLN y Arena surgido del fin de la guerra civil que concluyó con los acuerdos de paz de 1992. Mientras el partido de derecha gobernó el país desde 1989 hasta 2009, la exguerrilla de izquierda devenida organización política lo hizo desde 2009 hasta la actualidad.

En ese marco, la expectativa de la resolución de los problemas sociales y económicos no fue cumplida por ninguna de las dos opciones que dominaron el escenario político. La pobreza y el aumento de la violencia –marcada por el auge de las maras– fueron una constante. A esto se sumaron probados casos de corrupción.

Como recuerda el historiador y profesor de la Universidad de El Salvador, Alfredo Ramírez, en un artículo publicado en el diario Brecha, dos expresidentes de Arena fueron condenados por enriquecimiento ilícito. Se trata de Francisco Flores, ya fallecido, y Antonio Saca, quienes gobernaron entre los años 1999 y 2009. Este último, de hecho, está estrechamente vinculado a Gana desde su fundación y fue su candidato presidencial en 2014.

A su vez, el primer presidente del FMLN, Mauricio Funes, que asumió también denunciando la corrupción, se encuentra actualmente autoexiliado en Nicaragua con causas abiertas en su contra y dos órdenes de captura dictadas por la justicia.

Y si bien el FMLN consiguió algunos logros como la educación pública gratuita en todos sus niveles y el apoyo estatal a los estudiantes con libros y uniformes, tuvo su principal déficit en la seguridad. El Salvador es uno de los país con las tasas de homicidios más altas del mundo.

La no-ideología de la nueva derecha

Como viene sucediendo en toda América Latina, distintas figuras políticas emergen cuestionando el debate ideológico y presentándose como buenos administradores y gestores que resolverán los problemas de la gente. Se trata de la forma que encontraron políticos conservadores para presentarse como una novedad sin decir demasiado.

Bukele no escapa a esta realidad. Dueño de una distribuidora de motocicletas y varias empresas publicitarias, lanzó su candidatura a través de Facebook, sin propuestas y sin partido que lo respalde. Su campaña se centró en señalar que todo lo malo que sucede en El Salvador se debe a que hace 30 años que gobiernan «los mismos de siempre». Incluso se encargó de ocultar al partido político que le permitió presentarse: Gana no apareció ni siquiera en la boleta y ningún dirigente se hizo presente en el bunker electoral.

Por otra parte, en su primer acto como presidente electo, antes de hablarle a sus seguidores, fue a sacarse una selfie con su teléfono móvil. En su discurso, de escasos minutos, se limitó a señalar su apabullante victoria (triunfó en todos los departamentos del país con más del 40% de los votos y en 8 de los 14 con más del 50%). Se olvidó de mencionar a su esposa y a su compañero de fórmula Félix Ulloa, algo que remendó minutos más tarde pero sin siquiera permitirle usar el micrófono.

«Fuimos gobernados por los dos partidos de la posguerra, el de la derecha y el de la exguerrilla. Este día el país ha pasado la página de la posguerra y ahora podemos comenzar a ver al futuro», aseguró.

Más allá de su discurso desideologizado, Bukele calificó días atrás al presidente venezolano, Nicolás Maduro, como un «dictador», lo cual lo ubica claramente en el mapa geopolítico latinoamericano del lado de los EE.UU. Si bien no ha hecho anuncios al respecto, es probable que, una vez que asuma, decida reconocer al diputado opositor y autoproclamado presidente, Juan Guaidó.

Esto supone un cambio en la política exterior del país que, de la mano del FMLN, se había alineado con los Gobiernos progresistas y de izquierda de la región.

Entre sus pocas propuestas aparece el caballito de batalla de «combatir la corrupción», algo que repitió en su discurso de victoria: «A los mismos de siempre les digo que el dinero del pueblo se devuelve. No se perdona lo robado. Empiecen a ahorrar», advirtió. A su vez, en términos concretos se limitó a plantear que subirá el sueldo de los policías, pondrá más cámaras de vigilancia y construirá un aeropuerto en el oriente del país.

No obstante, a pesar de su apabullante victoria, no tendrá fácil sus primeros años de Gobierno. El partido que lo apoyó cuenta con apenas 10 diputados sobre 84 y la Asamblea Legislativa no se renovará hasta dentro de dos años. En ese marco tendrá que buscar alianzas con quienes hasta ayer consideró como los responsables de todos los males.