Por Luis David Flores de León
La primera universidad de América, que al momento de su nacimiento era conocida como la Universidad Santo Tomás de Aquino, fundada un día como hoy en 1538 en la ciudad de Santo
Domingo, por la Orden de los Dominicos, era considerada como la cuna de conocimiento en el Nuevo Mundo, por tener las mismas capacidades y el mismo modelo de la Universidad de Alcalá de Henares. Sus primeras cátedras fueron filosofía y teología.
La Primada de América, que ha resistido a la prueba del tiempo, más tarde pasó a llamarse Universidad Autónoma de Santo Domingo, después de varios periodos en que cerró sus puertas por razones varias y a partir de 1961 se comenzó a hablar de su “autonomía”. La UASD descansa en los valores de solidaridad, transparencia, verdad, igualdad, libertad, equidad, tolerancia, responsabilidad, convivencia y paz.
Esos valores fueron el baluarte de distintos personajes que exaltan la historia dominicana, tales como Minerva y María Teresa Mirabal, José Francisco Peña Gómez, Amín Abel Hasbún, Orlando Martínez, todos estudiantes de la Autónoma. De hecho, nuestro padre de la patria, Juan Pablo Duarte, recibió enseñanzas de un maestro de esta alta casa de estudios, lo que significa que su preparación fue tocada por esta. Los ideales de estos ilustres testifican de una moral inquebrantable, hablan de intereses colectivos y no para beneficio propio, sus valores no eran negociables y su preparación era notable.
Es de suponer que a medida que pasa el tiempo, las cosas deben ser mejores, ha de ser visible la evolución de todo, si bien es cierto, los valores de la generación actual han menguado, incluidos sus conocimientos, los estudiantes del primer centro de educación superior en América, los de la UASD. Lejos del pesimismo, es el día con día, asistir a un aula y presenciar una exposición de los alumnos da pena y vergüenza, la rigurosidad en los trabajos es mediocre, el compromiso con la excelencia va en un camino preocupante, y no tiene que ver necesariamente con los maestros, tal parece que son los males de la generación de hoy.
Aunque, sería injusto juzgarlos a todos, “meterlos en el mismo saco”, también hay un remanente comprometido con su educación y nuestra nación, que sostiene la bandera de lo bien hecho, cuyos valores firmes no verán el polvo.
Hombres y mujeres que son la esperanza del futuro, que tienen el corazón de Minerva, de Peña Gómez, de Duarte. En ellos, la UASD, que cumple sus 480 años, ve la luz, mantiene la fe de continuar nutriendo el conocimiento, siendo el abrevadero de la sabiduría y no dejar de lado su misión, que es formar críticamente profesionales, investigadores y técnicos en las ciencias, las humanidades y las artes necesarias y eficientes para coadyuvar a las transformaciones que demanda el desarrollo nacional sostenible, así como difundir los ideales de la cultura de paz, progreso, justicia social, equidad de género y respeto a los derechos humanos, a fin de contribuir a la formación de una conciencia colectiva basada en valores. ¡Viva la Autónoma! ¡Viva la República Dominicana!