Por: Juan Colón
Ante el horror de tantas violencias me muerdo la
rabia hasta el alma. Oh, dulce Crisálida, cuando sale al amor te vuelve mariposa.
La violencia se ha enredado en la sociedad con el cuerpo ensangrado de todos los odios.
¿Cuándo se nos perdió el mundo que esperábamos? ¿Desde cuándo la fuerza es la única razón?
Yo Anhelaba el día que las palabras; dulces, agrias, la del débil sin voz, si no llevaran al pan, al menos explosionaran en canciones.
Que todo corazón tuviera mil puertas, todas las puertas, donde entren los sueños melancólicos del hambriento.
¿Cuándo se nos ancló el país posible? Había una vez ¿o sólo lo soñé? que era posible andar por los ladrillos del alba quitándole el cansancio a la ternura.
Hay tantos cielos sin inaugural en los ojos del niño limpia vidrios. Ya sólo vemos estrellas en el éter.
Despreciamos la geografía de unas manos callosas, nada como una flauta para abrir los caminos y el silencio de la noche cuando habla de amor.
Después de todo no cabe la ternura en una moneda, pero el ser humano tiene en sí: la lluvia de las grandes pasiones, las monedas de las gracias, la flor de la beatitud.
Me alegro que no podamos matar las estrellas.
«En el escrito, el poeta, expresa sentimientos profundos, con una mística personal, y colectiva del país.
El hombre-Poeta habla de los temas sociales, de las personas y de las necesidades, con mucha emoción» – Reseña que hace nuestro colaborador Misael Perez Montero.